Al norte de la provincia de Cáceres se ubica Jarandilla de la Vera, uno
de los pueblos más pintorescos de la región. Se levanta Jarandilla entre
sierras y gargantas, en un entorno natural privilegiado.
En el término de
Jarandilla, pueden encontrarse numerosas muestras de un amplio legado cultural,
monumental y arqueológico.
Los restos
arqueológicos más antiguos a los que podemos referirnos son los que conciernen
a la Cueva de Capichuela, cueva troglodita y recinto donde se cobijaban los
antiguos hombres para escapar de las fieras que poblaban la zona.
El siguiente paso en
los restos y yacimientos de distintas culturas que podemos descubrir, lo
podemos encontrar en los parajes denominados El Pero, Las Cañadas o en La
Berrocosa y dos más en San Gil. Estos sepulcros, tienen forma humana y en
algunos casos se encuentran emparejados, su construcción parece influida por la
cultura fenicia.
En Jarandilla,
debieron situarse al menos dos castros, uno de ellos en la Calle del Castrejón
o de Las Espeñas, detrás de la actual Iglesia-Fortaleza de Nuestra Señora de la
Torre, ubicada ésta en lo alto de un cerrete, en el centro de la población y
donde originariamente debió estar un castro celtibérico. Entre las piedras
utilizadas para construir la torre se encuentran los restos de un verraco
ibérico –animal totémico- de color negro. El otro se encontraba en el castillo
de los Marqueses de Jarandilla, hoy Parador de Turismo.
Existen también dos
lugares dentro de sus tierras, uno de ellos Los Castillejos y otro de El Cubo
que nos hablan de antiguas fortificaciones.
La civilización
romana cuando conquistaban un lugar, lo destruían y sobre él construían nuevas
edificaciones. Era su costumbre el construir una torre o fortaleza (Oppidum),
dede donde en caso de ser atacados podían defenderse mejor. Esta primera
edificación, fue construida sobre los restos celtibéricos situados donde se
encuentra la actual parroquia y posteriormente, construyeron un recinto más
amplio con viviendas alrededor de la fortaleza y que ellos llamaban Conventum.
Llamaron los romanos a Jarandilla Municipium Flavium (municipio de Flavio) Vivertorum
(de fuentes vivifiontes); posteriormente se la conoció también como Jarándula.
Construyeron también los
romanos una calzada que cruza de lado a lado La Vera y para cruzar las bravías
gargantas, edificaron puentes como el Puente Parral, La Puentevieja y Jaranda.
Nos hablan de la
ubicación de un templo dedicado a Minerva, actualmente es la ermita de la
Virgen del Sopetrán.
Otros vestigios del
asentamiento romano en Jarandilla son el sepulcro turriforme de Miraelrío, al
lado de la antigua calzada romana, paso el Puente Parral; una estela votiva en
piedra granítica encontrada en el Cerro Parral, en la finca La Pascuala.
En La Berrocosa se
encontró un cipo de mármol blanco y rectángular del siglo II d. de C. –que bien
pudo ser una lápida funeraria-, con la imagen de una mujer agarrando a un niño
y se puede ver en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Torre.
Después de los
romanos, pasaron los visigodos dejando una pila bautismal de granito en la
iglesia parroquial, con la cruz gamada o esvástica (signo que los visigodos
adoptan como símbolo cristiano al convertirse).
Con la caída de la
influencia visigoda en la zona, los árabes se asentaron en Jarandilla en los
primeros años del siglo VIII, construyendo la base de los actuales canales de
regadío, y cambiando el nombre de Jarandilla, pasando a llamarse Jaralvila
“sitio poblado de verdes prados”, para después llamarla Xarandiella. Quedan
muchos topónimos y lugares, así como Jaranda, Jarandilleja, La Moraleja, etc….
Jarandilla
perteneció al arzobispado de Mérida, pasando a depender posteriormente al de
Santiago de Compostela, recientemente al arzobispado de Toledo y últimamente ha
vuelto al de Mérida. Desde el año 1190 es del obispado de Plasencia.
En el 1212 aparecen
Jaraíz, Cuacos y Jarandilla como núcleos más poblados en La Vera y en 1254, ya
aparece en documentos, que disponía Jarandilla de una iglesia, nombrándosela
también en el Libro de la Montería.
Alfonso X El Sabio
dio mayor impulso repoblador, llegando en esta época gran cantidad de moriscos,
mozárabes y posteriormente judíos.
Por la gran
existencia de “Golfines”, los reyes e incluso el propio concejo de la ciudad de
Plasencia, premiaban con privilegios a los caballeros que contribuían a
mantener el orden. Fernando IV donó a D. Nuño Pérez de Moroy las poblaciones
veratas de Valverde, Madrigal, Talaveruela, Viandar y Jarandilla en el año
1279, en agradecimiento por los favores prestados.
Debido a las
crueldades cometidas por Pedro I El Cruel, Rey de Castilla, los distintos
señores del reino de Castilla se unen y proclaman como nuevo Rey a Don Enrique,
que era un hijo bastardo de Alfonso XI.
Enrique II, marchó a
Burgos para encontrarse con su hermanastro Pedro I y en una visita a Toledo,
asegura las defensas de la ciudad y la deja en manos de D. García Álvarez de
Toledo, Maestre de la Orden de Santiago, y por los servicios prestados, le
concedió entre otras villas y poblaciones –Oropesa, Valdecorneja, La Calzada,
Caleruela, Torralba, Lagartera, Navalcán, etc…- la Villa de Jarandilla y 50.000
maravedíes de juro cada año. Por tanto, D. García Álvarez de Toledo es el
primer Señor de Jarandilla.
A la ciudad de
Plasencia no le gustó y en el siglo XVI intentó recuperarlas (Jarandilla y
Tornavacas) por la fuerza, sin lograrlo.
Los Álvarez de Toledo
fomentaron la plantación de viñas y la construcción de casas. Mandó que todos
los que tuvieran tierras y no construyeran casa labrada perderían sus derechos
sobre ellas, fomentando con ello la repoblación de sus tierras.
A
mediados del siglo XV D. Fernando Álvarez de Toledo inició la construcción del
castillo que convertiría en residencia suya, a pesar de las protestas del
Concejo de Plasencia, sin que fuesen apoyadas estas protestas por D. Pedro de
Estúñiga, al estar casado D. Fernando con la hija de éste Doña Leonor.
En Jarandilla hubo
una judería hasta la expulsión o conversión de algunos de ellos, en la época de
los Reyes Católicos, por el 1492. Los judíos estuvieron principalmente
asentados en las inmediaciones del barrio de la Moraleja y se llegaba a esta
zona por la calle del Coso y por la calle de la Cilla o depósito, donde se
almacenaban los productos agrícolas del dezmatorio.
Uno de los hechos
más notables acaecidos durante el siglo XV fue la llegada y estancia del Emperador Carlos I de España y V de Alemania a Jarandilla. Llega el
11 de Noviembre de 1556 procedente de Tornavacas y después de cruzar lo que
llamó el último puerto de su vida, se instaló en el castillo del Señor de
Jarandilla, Fernando Álvarez de Toledo durante algo más de dos meses, hasta que
sus estancias en Yuste fueron terminadas.
El 3 de febrero de
1557 y en una silla-litera llevada por recios mozos, partió el Emperador desde
Jarandilla rumbo al Monasterio de Yuste.
Existe un estanque,
anejo al castillo, donde se dice que paseaba en barca la nobleza del lugar y
hasta, podría ser, el mismo Emperador Carlos I durante su estancia en
Jarandilla.
En el año
1767 los jesuitas son expulsados de Jarandilla, donde poseían una casa y huerta
que daba a res calles: la calle Santa Ana, calle Caldoria y calle Machín; en
esta calle hay un arco, con la Cruz de Jerusalén, que cruza de lado a lado y
que posiblemente fuese la ermita de Santa Ana.
En esa misma calle,
existían dos hospitales, uno para enfermos vecinos de esta villa, con seis camas,
a quienes se les atiende con todo lo necesario durante su enfermedad. Su
fundador es D. Juan de Figueroa. En la actualidad actúa como patrono el Excmo.
Sr. Duque de Alba, Conde de Oropesa …. Y otro hospital del que se ignora el
fundador y en el que se recogían a los pobres peregrinos, a su cargo está la
Justicia, no se tiene noticias de que tenga bienes, y en el caso de que sean
necesarios algunos, se suplen de los Fondos Propios y asimismo del otro
Hospital.
En el año 1808
ocuparon los franceses el Campo Arañuelo, el Puente de Almaraz y Casatejada,
extendiéndose hasta los pueblos de La Vera. El Monasterio de Yuste también
sufrió las iras de las tropas francesas, que lo prendieron fuego después de que
algunos vecinos mataran a varios soldados franceses.
El marquesado de
Jarandilla fue concedido por Felipe II al Conde de Oropesa en el año 1598.
En la actualidad
cuenta Jarandilla con más de tres mil habitantes. Aquí se encuentran unos
edificios destinados por la Universidad de Extremadura como Residencia
Universitaria. La lección inaugural del centro corrió a cargo de D. Julián
Marías.
Este edificio está
situado en terrenos y edificios pertenecientes a la fundación creada por Doña
Soledad Vega Ortiz, y antes de su remodelación, fue ocupado por educadores
Hermanos Maristas.
Entre los muchos
visitantes ilustres que ha recibido y recibe Jarandilla, destacamos a Don
Alfonso XIII y la familia real actual al completo, los reyes también la
visitaron siendo aún príncipes.
PERSONAJES ILUSTRES
Nacido en esta villa
según consta en el testamento que se conserva en las Capellanías de Jarandilla.
Su padre era Hernán Sánchez Loaysa de Bonilla y su madre Juana Sánchez la
Dezmera. Su salida de la casa paterna se produjo durante la juventud y soltero,
embarcándose como muchos otros camino de las Indias, a la búsqueda de mejor
fortuna. Durante su viaje y después de múltiples peripecias y aventuras,
consiguió llegar a la población de Anserma, que se encuentra en la gobernación
de Pompayán. En la zona de Colombia donde estuvo Gaspar de Loaysa se encuentra
la ciudad de Sopetrán y en ella puede verse un santuario dedicado a la Virgen.
Fue valedor de este conquistador Don Francisco de Toledo, Virrey de Perú, que
posiblemente le llevó consigo a América y Don Fernando Álvarez de Toledo, conde
de Oropesa y señor de Jarandilla. Muere este personaje peculiar el 4 de Abril
de 1575, siendo estas noticias, las primeras que se recibieron desde su
partida, a pesar de los numerosos oficios que sus padres hicieron por conocer
algo de él, abriéndose inmediatamente su testamento donde se habla de sus minas
de oro, de los acreedores y deudores, de su encomienda, de sus fincas a la
orilla del río Cauca, junto al volcán Ruíz, de sus casas, de sus noventa
esclavos negros, de su ganado...legando parte de sus bienes a la Iglesia y
Ermitas de Jarandilla, así como a los Indios del valle de Cupia y numerosas
limosnas para el sustento de huérfanos y necesitados.
Se ha puesto el
nombre de Conquistador de Loaysa al colegio público de Jarandilla.
Soledad Vega Ortiz:
Natural de
Jarandilla, de origen humilde se casó por primera vez con el entonces
telegrafista de Jarandilla y al morir éste, se casó con el cantinero del
Palacio Real, Manuel García Gutiérrez, con él cual vivió en Madrid principalmente,
hasta la muerte de éste acaecida en Baños de Montemayor en 1911, que dando como
heredera de todos sus bienes. El pueblo llano conocía a esta mujer como la
Jesusa. Mandó redactar dos testamentos ente el entonces notario D. Luis Sierra
Bermejo, estableciendo que sus restos fuesen enterrados en el Monasterio de San
Agustín de Jarandilla de la Vera, dando orden de que se cree una fundación. La
cual debe ser presidida por el Obispo de Coria y de cuyo patronato formarán
parte la Parroquia, el Ayuntamiento, el juzgado de Primera Instancia y tres
patronos, donando sus bienes a esta fundación que debe ser de carácter benéfico
y docente. Murió el día 22 de febrero de 1948 en Madrid, encontrándose sus
restos mortales junto a los de su esposo, en el mausoleo de la iglesia de San
Agustín.
También son de
mención otros hijos Ilustres de Jarandilla, como: Juan Arias, Juan Alcedo de la
Rocha, Pedro García Panes, Joaquín Encabo Sopetrán, Dionisio Rodríguez Burcio,
Antonio Soria de la Calle.
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