CASTILLO DE LOS CONDES DE OROPESA
(Parador
Nacional Carlos V)
En la lucha que los nobles mantenían entre sí y con la ciudad de Plasencia por poseer tierras ricas y frondosas de La Vera, D. Fernando Álvarez de Toledo, dió la orden de comenzar a edificar un Alcázar siendo llamado al orden por el Consejo de Plasencia. No obstante, ante estas quejas del Consejo placentino, el Señor de Jarandilla no hizo caso ninguno y continúo con su construcción hasta su terminación.
Fue construido a mediados del siglo XV, es de planta rectangular
habiéndose reforzado con torres cilíndricas al Noroeste y Suroeste, y dispone
de otras dos torres cuadradas de gran
envergadura y rematadas en los altos con una corona de canecillos salientes que
las rodean. Antiguamente el recinto estaba bordeado por dos líneas de murallas
y para acceder al castillo se hacía mediante un puente levadizo en cuyos lados
había dos cubos, por aquí se pasaba al patio de armas y en la puerta un escudo
en piedra del Emperador Carlos V.
En el centro del patio de armas se puede
apreciar una fuente de gran belleza y sosiego. En la parte occidental hay una
galería de dos pisos con arcos escarzanos en el primero y carpaneles en el
superior, sobre pilares octogonales.
En las paredes del patio de armas
se pueden apreciar escudos pertenecientes a los Álvarez de Toledo, los
Figueroa, de los Obispos y de otros nobles ilustres. En el comedor que se
utiliza en la actualidad hay un escudo de Carlos III puesto en el año 1966.
Durante
años el castillo estaba en ruinas, hasta que en los años sesenta y siendo
propiedad del Duque de Frías, D. Manuel Fraga Iribarne, ordenó remodelarlo para
convertirlo en lo que es hoy Parador Nacional de Turismo con el nombre de su
visitante más ilustre Carlos V. Fue inaugurado por D. Manuel Fraga en Abril de
1966 y bendecido por el obispo placentino Juan Pedro Zarránz y Pueyo.
IGLESIA DE SAN AGUSTÍN.
Pertenecía
al desaparecido Convento que acogía a la orden de San Agustín (agustinos
recoletos). Su patrón fundador fue Juan Arias, nacido en Jarandilla de la Vera,
llegó a ser Regidor y encargado de la cárcel de la ciudad de Plasencia y
Alcalde de la Hermandad de la Villa y Corte de Madrid. Por la devoción que tuvo
a la reforma de los Agustinos Recoletos y deseando que su patria chica fuese
ilustrada, trató de que existiese allí un Monasterio que llevase el nombre de
San Agustín, consiguiéndolo en Marzo del año 1603.
Esta Iglesia
podemos fecharla en el primer tercio del siglo 17. Fue trazada por el
arquitecto Fray Juan de Nuestra Sra. De la Oz en 1602 y terminada posiblemente
entre 1608 y 1610.
Fue
desamortizada en 1848 pasando desde ese momento a manos privadas. A principios
del siglo XX (1946-47) la adquiere Dª Soledad Vega Ortiz. Ésta Sra. natural de
Jarandilla, de origen humilde casó en primeras nupcias con el entonces
telegrafista de Jarandilla y al morir éste, se casó con el cantinero del
Palacio Real, Manuel García Gutiérrez, que al morir la quedó como heredera de
todos sus bienes. El pueblo llano conocía a esta mujer como la Jesusa. Antes de
morir quedó redactado dos testamentos, que sus restos sean enterrados en el
Monasterio de San Agustín de Jarandilla de la Vera, dando orden de que se cree
una fundación, la cual debe ser presidida por el Obispo de Coria y de cuyo patronato
formarán parte la parroquia, el Ayuntamiento, el juzgado de Primera Instancia y
tres patronos, donando sus bienes a esta fundación “La Soledad y San Manuel”
que debe ser de carácter benéfico y docente. Soledad Vega Ortiz murió el día 22
de febrero de 1948 en Madrid, encontrándose sus restos mortales, junto a los de
su esposo Manuel García Gutiérrez, en el mausoleo de la iglesia de San Agustín.
La iglesia tiene
una fachada coronada por un pequeño templete con hornacina a cuyos lados vemos
dos escudos agustinianos y en su interior una imagen en piedra de San Juan
Bautista. Encima de este templete hay una ventana rectangular y más arriba,
rematando, un frontón con óculo en el centro.
Iglesia de planta
de cruz latina de una única nave con tramo de medio cañón apuntando con lunetos
y notable cúpula sobre crucero. Es de estilo barroco y ha sido restaurada a
mediados del 1994, siendo separada del edificio-colegio.
IGLESIA FORTALEZA DE NUESTRA SEÑORA DE LA TORRE.
Iglesia
de Santa María de la Torre, una de las más peculiares de la comarca, mitad
iglesia, mitad fortaleza, situada en la Plaza de la Constitución, donde también
se encuentra el Ayuntamiento. Construida sobre un castro celta, de sus antiguos
vestigios data un berraco que se encuentra en un muro de la torre.
Según Gervasio Velo, Alfonso
VIII entregó Jarandilla a la Orden del Temple, que construyó en el siglo XII una fuerte torre
circular que fue posteriormente reconvertida, en el siglo XIII, en el ábside de
la iglesia de Nuestra Señora de la Torre, siendo la parte añadida de mucho
menos valor, tanto histórico como arquitectónico. La torre campanario,
originariamente, debió ser la del Homenaje de la fortaleza de los caballeros
templarios.
La fortaleza se acondicionó en el siglo XV como templo.
La torre parroquial y los gruesos muros existentes al Sur y SO del templo, debieron pertenecer a las murallas del recinto de una construcción militar del siglo XIII. La cabecera del templo en forma de cubo de muralla, parece un poco posterior y debió añadirse cuando la fortaleza fue transformada por los señores del lugar. El grueso de la obra corresponde al estilo gótico del siglo XV.
Al interior presenta una nave dividida en cinco tramos de seis arcos fajones que soportan la cubierta constituida por bóveda de cañón con lunetos, fue modificada a mediados del siglo XX. La cabecera es pronunciada está rematada con un ábside semicilíndrico, aunque en el interior es poligonal, decorado con dos grandes ventanas geminadas de arcos lobulados de influencia árabe y bóveda de crucería.
La capilla mayor es de bóveda de crucería cuatripartita con ocho ménsulas, con imaginería de figuras humanas de origen azteca. Terminan las nervaduras en un escudo de los "Álvarez de Toledo" y otro posiblemente de un obispo.
El retablo mayor renacentista
con tendencia barroca, es de la segunda mitad del siglo XVII, albergando en la
hornacina central una buena talla barroca de la Inmaculada del siglo XVIII, en
madera policromada y apoyada en una peana de nubes y tres querubines. En el
ático un oleo pintado en 1.957, donde se reproduce la Trinidad de Ribera. Más
destacado es el crucificado de marfil filipino, del siglo XVI, que se halla
encima del sagrario
En el lado del evangelio se
abre la capilla de gusto renacentista de don Gaspar de Loaysa del siglo XVI. A
la izquierda, según se entra, se encuentra la tumba del capitán de la Indias
Gaspar de Loaysa, fechada en 1599 la lápida con inscripciones en latín, que
representa al conquistador esculpido con una armadura y en el arranque de la
bóveda se encuentran ocho ídolos aztecas.
En el
baptisterio se encuentra una pila bautismal visigoda con una cruz gamada o
esvástica (probablemente de la época de Carlos V)
Al exterior, con dos
interesantes puertas de acceso, una situada al lado del evangelio o de la
sierra y la otra al lado de la epístola o del sol. Las dos son iguales con un
marco apuntado enmarcado con un alfil. La torre es testimonio de una primitiva
fortificación y fue aprovechada como campanario al construirse la iglesia. Este
carácter defensivo queda de manifiesto al rematarse los muros del templo con
almenas.
Edificio grande y
majestuoso, construido sobre peña viva, que la sustenta y levanta, data del
siglo XII-XIII, se construyó sobre un castro celta, prueba de ello es el
berraco que ahora se encuentra en un muro de la torre. Cabe destacar, el cipo
romano de mármol con columnas corintias y fuste en espiral, la Capilla
renacentista de Gaspar de Loaysa del siglo XVI, retablo mayor de influencia
barroca, presidido en el centro por la virgen de la Inmaculada apoyada sobre
una peana de nubes y tres querubines. Encima del sagrario hay un precioso
Crucifijo de marfil filipino del siglo XVI. En la iglesia podemos apreciar una
Pila Bautismal Visigoda elaborada en piedra y en la que se aprecia una cruz
gamada esvástica, que pertenece a ésta raza aria, procedente del norte de la
India.
ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DEL SOPETRÁN.
El interior de la ermita es una nave cubierta por bóveda de cañón con
lunetos. En el crucero se ve una cúpula sobre pechinas, que culmina con una
linterna decorada con la coronación de la Virgen y la Santísima Trinidad.
El retablo es de estilo rococó de cascarón, y
se encuentra sobre un banco de piedra berroqueña, cuerpo y ático con forma de
concha del ábside. Tiene como cinco calles en las que se insertan tres
hornacinas abiertas en arco de medio punto. La hornacina principal contiene la
imagen de Nuestra Señora del Sopetrán, talla de estilo barroco del siglo XVIII.
En la nave de la epístola se encuentra una escultura de madera
policromada de Santa Rita vestida con el hábito de los agustinos, que data del
siglo XVIII y procede del convento de San Agustín.
A la derecha, hay una lápida de mármol, con letras doradas y en relieve,
que conmemora e informa en su texto, de la visita realizada por el Rey Alfonso
XIII y su séquito.
PICOTA.
Inicialmente era muestra del poder de los señores feudales sobre los pueblos y posteriormente símbolo de villazgo e independencia. Después se utilizó para ejecutar las penas de muerte.
Inicialmente era muestra del poder de los señores feudales sobre los pueblos y posteriormente símbolo de villazgo e independencia. Después se utilizó para ejecutar las penas de muerte.
Situada junto a la Ermita de Nuestra Señora del Sopetrán, está construida
en planta octogonal elevada sobre tres gradas que constituyen un grueso pilar
con base moldurada, en lo alto de la planta circular, sobresalen cuatro cabezas
de dragones y más arriba destaca un cuerpo cuadrado con un escudo con yelmo,
esculpido en la piedra y una bella cúpula en forma de pináculo floreado, de
estilo gótico.
La mandó construir Juan Arias, del que ya hablamos con anterioridad, en
el año 1591. En el siglo XVIII, una parte fue restaurada por Felipe Rodríguez y
años posteriores, otra por Francisco Rodríguez Berrocoso.
El edificio es de planta cuadrangular
con el ábside y la sacristía saliente en la cabecera, construido a base de
mampostería y sillería. Los dos pórticos
laterales se apoyan sobre varias columnas monolíticas de capitel toscano que
soportan un tejado de madera. Tiene dos puertas de entrada, ambas adinteladas y
situadas al lado del Evangelio y a los pies.
En su interior se encuentran: una imagen del Cristo de la Caridad del
siglo XVI, un Nazareno y un Cristo atado a una columna, ambos del siglo XVIII.
Hay también un cuadro de azulejos talaveranos que data del siglo XVII.
El puente Parral se alza sobre la Garganta Jaranda, a pocos metros del
pueblo, y tiene un perfil característico de otros puentes veratos: un gran arco
de medio punto, un pequeño arquillo lateral que sirve de aliviadero cuando las
aguas bajan con fuerza y la típica silueta “lomo de mula”, con las calzadas
asimétricas. Arco y arquillo son de buena sillería y se asientan en las rocas
de granito del cauce, mientras que el resto de la obra es de grandes sillares
irregulares, con mampostería en el perfil. La calzada pavimentada con rollos.
No existen documentos que nos ayuden a determinar su cronología, aunque si por
aquí pasó Carlos V en 1557. Es un puente
de traza romana (aunque medieval), en el que se utilizaron para su construcción
sillares de un mausoleo romano próximo. No obstante, puede que se haya
reconstruido algunos siglos después. En verano es perfecto para darse un baño
refrescante ya que, las aguas de las gargantas de Jarandilla son muy frías.
PUENTE JARANDA.
Puente Medieval utilizado por los monjes de Monasterio de Yuste para
acceder a una de las fincas.
Cercano al antiguo monasterio de San Francisco (hoy en ruinas) y al
charco natural de gran belleza llamado “Los frailes”.
FUENTES.
Siempre han tenido una presencia importante en los lugares donde estaban ubicadas. En el casco urbano de Jarandilla de la Vera se encuentran entre otras:
- La fuente de la plaza de la constitución.
- La fuente de la plaza Nueva.
- El Pilón del Altozano.
- La fuente de la Iglesia.
- La fuente del Sopetrán.
- La fuente de la Encina.
- La fuente del llano.
- La fuente de la Plaza de la Soledad.
Y en los alrededores del pueblo: la fuente de la carretera del Losar, la fuente del parque de la Qué, la fuente del Puente Romano, la fuente de la carretera del Guijo.
Era habitual en estos espacios de las fuentes públicas, ver a las "mozas" con los botijos en la mano o con los cántaros en la cadera, graciosamente inclinados.
(Parque municipal Infantas Elena y Cristina).
Accesos por
Avda. Ruiz Jiménez y por Avda. Soledad Vega Ortiz, desde el parque se puede
pasear por el estanque.
CALLES.
Perplejo ante sus bellísimas calles con su empedrado y su magnífica
arquitectura popular. Un sabor que se siente en cada fachada, en cada esquina,
en espacios de siglo ganados al tiempo y en la serena expresión de los ojos de
sus gentes. Calle Machín, Ancha, Altozano, Tablao, Moraleja, Vínculo, Marina...
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